Sangre que sí se podrá cubrir en la China
viernes, 14 de marzo de 2014
Los corresponsales extranjeros en Pekín, así como los periodistas
nativos, estarán ahora recorriendo medio país para llegar hasta la
ciudad de Kunming, capital de la provincia de Yunnan, donde ayer noche
se produjeron unos lamentables hechos que ofrecieron un resultado
dantesco: 33 ciudadanos chinos muertos y 162 heridos que fueron atacados
en la estación de trenes de la citada ciudad. Las armas: cuchillos,
sables y catanas. Los atacantes, según testigos presenciales, “iban
vestidos de negro”, como si la uniformidad fuera más un aliciente que un
error en unos tipos que quieren pasar desapercibidos hasta conseguir
sus metas. Los rumores, que a estas horas ya serán oficiales, hablan de
“grupos separatistas uigures” como los causantes de esta matanza. Para
uno que cree en el terrorismo de Estado, aconsejo no cerrar nunca esa
puerta.
Las consecuencias serán directas: mayor presión en la región de Xinjiang, de donde supuestamente serán los asesinos, donde Pekín detendrá y aniquilará a su antojo; y una tremebunda propaganda en cada medio estatal –o sea, todos– con la inestimable ayuda de la horda de medios extranjeros que muy posiblemente serán colaboracionistas con esta campaña gracias a sus actitudes autocensoras, aquellas que no les permiten viajar a Tíbet o Xinjiang aunque sí a una Yunnan donde acaba de ocurrir algo que al gobierno chino sí le interesa que tenga repercusión internacional.
El gobierno de Xi Jinping haga oficial que el ataque ha sido obra de ciudadanos uigures no sería de extrañar una revuelta del pueblo llano mandarín contra cualquier persona de esa etnia así como contra sus negocios. Hasta ese momento, especulemos. En una semana comenzará la reunión oficial del Parlamento chino. Hagan juego.
Las consecuencias serán directas: mayor presión en la región de Xinjiang, de donde supuestamente serán los asesinos, donde Pekín detendrá y aniquilará a su antojo; y una tremebunda propaganda en cada medio estatal –o sea, todos– con la inestimable ayuda de la horda de medios extranjeros que muy posiblemente serán colaboracionistas con esta campaña gracias a sus actitudes autocensoras, aquellas que no les permiten viajar a Tíbet o Xinjiang aunque sí a una Yunnan donde acaba de ocurrir algo que al gobierno chino sí le interesa que tenga repercusión internacional.
El gobierno de Xi Jinping haga oficial que el ataque ha sido obra de ciudadanos uigures no sería de extrañar una revuelta del pueblo llano mandarín contra cualquier persona de esa etnia así como contra sus negocios. Hasta ese momento, especulemos. En una semana comenzará la reunión oficial del Parlamento chino. Hagan juego.
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